lunes, 30 de marzo de 2015

Mimos

Pues aqui me veis, chicos, poniendome mimosona. La mismísima Dianos Cook con el lagrimón chorreando.

Se me ha ocurrido que, como tengo un ratillo de soledad casil, podía ponerme a buscar las canciones que más suenan en el restaurante, y cada día escribir cosas que no sean mierda acerca del lugar que dejo.

Y es que me da la sensación de que el odio asquerosete que le he cogido a este restaurante, no es tanto por el hecho de que sea un mal sitio, si no que la razón por la que me marcho es que estoy frustrada.
Cuando empecé aqui, todo era nuevo y excitante: saber todo lo que para mi, dentro de la cocina, era un misterio. Empezaba a entender todos los porqués, qué querían decir los camareros con lo que me contaban, sus quejas, y la dichosa TPV.

Pero luego, cuando la ilusión primera se pasa, ves la caca flotando. Y, más que la caca del propio restaurante, lo que más me fastidia es la gente pasota. Me molesta en la cocina, y me molesta en la sala. La gente que, el tostador se prende fuego, y se quedan mirando como la ceniza de croasan va cayendo, el fuego prende su camisa y les quema a ellos.

Es una pena. Ahora que estoy toda sentimental de pañueleo, escuchando música italiana, no se si estoy más triste por marcharme del lugar que hizo de anfitrión para mi desarrollo carreril, o porque no funcionó. Siempre me marcho con mal sabor de boca de los sitios, y aun no se porqué. Quizá sea porque espero más de lo que los sitios pueden darme, pero quizá sea porque pienso tener soluciones que nadie quiere intentar. No voy a mentir, me gustaría ver cómo mis ideas se ponen en práctica, fallen o no. Me gusta que cuenten conmigo. Pero quizá nunca es suficiente.

Pero volviendo al tema lagrimil, cuando te marchas de un lugar, pasas por un duelo. Y mi duelo siempre es igual. Primero intento odiarlo, y puede que lo consiga, pero luego viene la tristeza por lo que dejo atras; por los buenos momentos. Y esa parte del duelo es la que fastidia, porque odiar es muy facil. Pensar en los buenos momentos que has pasado.

Asi que estaba pensando, ¿qué tal si reflejo aqui en la última semana los mejores momentos? Los malos ya los he reflejado suficiente, y aunque me hagan hecho gracia después de pasados, puedo pasar por quejica, y quiero que sepais que también aprecio los buenos momentos (aunque pensándolo bien, este blog siempre ha contado mis tragicomedias y desgracias "graciosas")

Quiero que sepais que desde que renuncié, hace ya casi una semana, lo he estado escondiendo de mis compañeros. Aparte de por miedo a que ocurriese la tremenda pesadilla que ocurriera en el ultimo restaurante en el que trabajé de cocinera, no quería hacer frente al hecho de que, pese a todo, iba a dejar mi entorno de seguridad, y lanzarme al vacío.

Qué quereis que os diga, la mayor parte de mi está super excitada de ser partícipe de abrir un restaurante (pero la otra lleva pañales), esta vez desde fuera de la cocina. Y si, son muchas horas y es un estres terrible, pero cuando el otro día hablé con mi manager general sobre lo que se siente cuando el primer cliente entra, se me erizaban los pelillos de los brazos, incluso los de las cejas, y estaba bastante graciosa, la verdad.

Siempre me quedará escuchar a Max Pezzali tomándome un chocolate más espeso que un ladrillo, de esos que raspa al tragar, como si te estuvieses tragando un tenedor...

Chicos, día seis de la cuenta atrás para largarme de Carluccio's, y aqui me teneis oyendo a Eros Ramazzotti y bebiendo Pinot Grigio. Snif snif.

Be..snif... xx


No hay comentarios:

Publicar un comentario