jueves, 22 de septiembre de 2011

Cómo cambian las cosas, los caminos de la vida

No hace mucho tiempo, estaba en Bilbao.
No hace mucho tiempo, trataba de labrarme un futuro en una de las escuelas más prestigiosas de Bilbao, luchaba por entrar en uno de los que fue y será el restaurante más importante del mundo para mi. Hacía una promesa, la promesa de no dejar que nada me desviase del camino que había elegido.
Las cosas han sido muy dificiles.

Siempre he tenido que escuchar que tengo mucha suerte, que la gente me hace caso, que me ayudan. No es cierto. Mucha gente me dió la espalda.
He tenido que luchar mucho para llegar a donde estoy. Para poder tener la carrera que tengo; para poder decir orgullosa que marcharme a los 17 años de casa fue muy duro, aunque me niegue a admitirlo, pero mereció la pena.

Mucha gente dice que le gustaría ser como yo. Ser como yo no es nada fácil. Me castigo mucho. Cada error lo considero una caída, aunque en frío me sirva para aprender, nunca me perdono repetirlo.

Me condené al peor de los castigos durante meses por haber perdido la esencia de mi misma en un trabajo que desmoronó todos mis escudos.
Una frase de mi entonces jefe, hoy cobra sentido: "Un día, cuando no os exijan lo que yo os exijo, os vereis con el delantal lleno de manchas, barba de días, y la partida sucia y desordenada. Entonces sabréis que os habéis perdido."

Y asi fue, el día llegó. Pero como digo, siempre hay alguien, por lo mal o lo bien que lo hace, que te hace despertar.

Ayer mismo, tuve la suerte de coincidir con una persona que, con 23 años, pisa y escupe a cualquiera de las que hay en el restaurante. Lleva desde la misma edad que yo en la hostelería, y no ha perdido ni un ápice de ganas, ni un ápice de ilusión y de trabajo limpio. ¿Su trayectoria? Equiparable.
Lo que aprendí solo mirando su actitud, mirándome en el espejo que me brindaba, me hizo despertar.

El que los demás hagan las cosas mal, no hace que yo tenga que dejar de hacerlas perfectas. La perfección sigue siendo mi meta primera y única. Eso es lo que importa y sobre todo, lo que nunca tiene que dejar de importar.

Ahora que he visto la situación real, y que he podido comparar con alguien ajeno a la hostelería y que lleva muchos más años que yo viendo lo que ahora yo veo, puedo sacar la conclusión final, la importante:
Todo lo que he hecho ha servido para avanzar. Las disputas, los disgustos, cada quemadura y corte, cada enfado, cada vez que me eché atras y volví a dar ese paso. Quien no se equivoca es porque no lo intenta. Y yo quiero intentarlo, con todas mis fuerzas.

3 comentarios:

  1. La vida da lecciones?? más bien, son los que nos rodean los que nos las dan...con un ejemplo a seguir o justo lo contrario, enseñándonos lo que no hemos de hacer jamás.....

    pordios,no te dejes barba y menos aún,la partida sin recoger, que luego crece de todo..;-)

    sigue caminando, que vas a llegar lejos..

    ResponderEliminar
  2. la verdad es que espero no dejarme barba, y no crear un lugar confortable para todas las bacterias que tan bien conoces :)

    ResponderEliminar
  3. Gracias por participar en el concurso de Recetas de Carritus.

    Puedes ver tu receta en:
    http://carritus.wordpress.com/concurso/participantes/

    Un saludo
    Juanjo

    ResponderEliminar