jueves, 26 de mayo de 2011

Pechuga al melocotonzuelo

Quién no ha tenido durante diez siglos una lata de melocotón en almíbar en su armario...
Con insistencia te avisa de que cada vez falta menos para su desenlace final, en el que la lata implote y salgan a verte las mitades de melocotón asombradas por tan deleznable actitud; habiéndolas condenado desde sus inicios a una reclusión absoluta en la oscuridad de tu alacena.

Y ahora que ya hemos utilizado todas las palabras cultas que conocíamos, vamos a sobrellevar la situación intentando comentaros cómo hicimos el plato.

Querido Arroyo y compañeros estudiantiles: Meted el pollo en un recipiente de horno (con que no sea de plástico y esteis seguros de que no va a deshacerse ni explotar dentro, vale), echadle un chorrillo de aceite (el mínimo, no de los de Arguiñano) y aderezadlo con unos cubos de melocotón por encima.

Lo tapáis con papel de aluminio para que no se abrase antes de que se cocine totalmente (si no tenéis papel de aluminio NO sirve extender por el pollo crema solar)
Al cabo de media hora veréis que el hermoso pechugón (o suprema de pechuga, lo cual, comprobado está, tampoco le sirve como término mediopechuguil a mi pollera) se ha convertido en un pechuguín, pero éso si, contendrá el sabor de cinco pollos amelocotonados.

Seguramente no hayais entendido nada del post, pero es que estoy febril, dadme la oportunidad de redimirme mañana con un estupendo post sobre el concurso de bocadillos... O quizá con tapas Vallisoletanas... Sea lo que sea, de tanto esperar estará podrido, aunque sea en foto.
Un besito mocoso :)

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